Ryan Coogler
dirige la que puede ser denominada séptima parte de la saga “Rocky”. Los
actores principales son, esta vez, el joven Michael B. Jordan y, como no, Sylvester
Stallone.
Uno de los
principales y primeros rivales en el ring del famoso boxeador en la gran
pantalla Rocky Balboa, dejó descendencia poco antes de fallecer. Un vástago que
durante sus primeros años de edad estuvo de internado en internado hasta que
una de las mujeres de su progenitor le acoge.
Ya en la
veintena y con un aparente trabajo estable y una vida acomodada, dedicándose al
boxeo de manera poco menos que clandestina, decide que quiere seguir los pasos
de su padre y dedicarse a ser púgil profesional. Para ello se muda de Los
Ángeles a Philadelphia e intenta convencer al mismísimo Balboa de que le
entrene en el noble arte de esta disciplina deportiva.
A los amantes
de la saga en particular y del boxeo en general les puede ser de mucho agrado.
Pero como en casi toda película de este tipo que se precie, aparecen el drama y
el romance. Quizás eso ya no les guste tanto. Muy buenas escenas en los
combates aunque es difícil que lo que en ellos ocurre suceda en los asaltos de
peleas reales. La he visionado en VOSE y no puedo opinar sobre el doblaje. Eso
sí, como curiosidad, la voz original de un Sylvester Stallone muy deteriorado
se asemeja mucho a la del emérito Rey Don Juan Carlos I.
NOTA: 8
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